top of page

El día de la boda 👰💍


Después de aquella primera reunión, del día laaaaargo de pruebas de maquillaje poniendo más, poniendo menos, tocando esto y quitando aquello otro, después de todo el cuestionario, la asesoría y compartir la ilusión... Llega el día, casi sin darnos cuenta.

Preparo mi maletín la noche anterior, con todas las brochas y productos limpios y desinfectados. Por la mañana, bien temprano, reviso que todo está donde debería estar y que las brochas están secas del todo. Preparo con todo el cariño del mundo la bolsita con el detalle que regalo a mis novias y salgo de casa, también con un poco de nervios tanto en la maleta como en el estómago.

Es un día importante y todo debe salir a la perfección.

Entro por la puerta y todo son risas nerviosas, abrazos y "Ay Marta, que ha llegado el día". Yo siempre pregunto qué tal están esos nervios y cada respuesta es tan diferente como las personas entre sí. Por si acaso, conecto el altavoz con una lista de reproducción de música relajante (bossanovas, por ejemplo). Aunque también me han pedido cañita latina, porque cada una lleva los nervios como quiere.

Hago el despliegue de medios sobre la mesa que me tienen guardada. Veo cómo me tienen preparado un té, agua, un zumo... Siempre me toca gente maravillosa.

Una vez está todo listo, empezamos a trabajar. Normalmente empiezo con la madre de la novia (si se maquilla conmigo), porque aunque sea su hija quién se case, la que más nervios suele tener es ella y el ritual de preparación de piel con sus aromas y masajes, ayuda mucho a relajar.

"Marta qué calma me das". Pues si supiera usted que soy un flan por dentro, amiga mía.

Una vez la madre de la protagonista se ha visto y me da el visto bueno, recojo un poco la mesa (lo rápido que se desordena una mesa con maquillaje debería estar en el libro Guinness).

Ahora se sienta ella delante mía, con su luz, su sonrisa y sus nervios.

Sabemos perfectamente el maquillaje que vamos a hacer gracias al día de la prueba, pero aún así parece algo nuevo por la manera en la que nos miramos al empezar.

Vamos a ver cómo está esa piel, venga, parece que me ha hecho un poco de caso y se la ha cuidado más. Me doy un golpecito en el hombro y a ella también. La asesoría ha funcionado.

Desde que empiezo hasta que acabo el maquillaje intento hablarle y hacerla reír para que se sienta cómoda, aparte de porque es mi manera de ser. Hemos tenido una relación de meses hasta el día B, es imposible no conectar con cada una de ellas, absorber sus preocupaciones y saber qué puede hacerle más gracia.

Puede que haya un fotógrafo que esté rondando la habitación dónde yo termino el maquillaje, esto me mete un poquito más de presión aunque luego me encante ver los resultados. Corrige la postura, no pongas esa cara de concentración con la lengua fuera, sonríe de vez en cuando, que son sus fotografías de boda y no puedes salir fea.

Cuando por fin hemos terminado y sólo queda el retoque final para sellar y fijar el maquillaje, una vez se ha puesto el vestido, me acerco con la ilusión a flor de piel a darle mi regalo, mi "gracias por elegirme para tu día especial".

Y si en este momento se emociona y me abraza, yo ya no puedo contenerme. ¡Soy una persona muy empática, no me miréis así!

Aunque lo que de verdad hace que me recorra un "no sé qué" por el cuerpo es cuando aparece con el vestido de novia puesto.

Realmente no sé cómo describir esa sensación.

La veo aparecer y la sonrisa aparece sola, ahí es cuando confirmas que todo saldrá bien.

El resto de la familia; hermanas, madre, cuñada, o incluso yo misma si hace falta, la ayudamos con los de detalles que terminan el look que ha escogido.

Ella sólo sonríe, con los ojos empañados por las lágrimas que seguramente salgan más tarde. Y yo sólo puedo dar gracias a la vida por dejarme vivir momento así. Tan íntimos en una familia, tan emotivos y tan reales.

Tan humano todo.

Acabamos la jornada, la novia sale va directa al matrimonio después de aplicar un poco más de spray fijador (por si las moscas) y yo me vuelvo a mi casa. Con una sonrisa de tonta que me llega de oreja a oreja. Se acabó el ciclo, ahora toca centrarse en la siguiente novia, invitada o curso.

Yo sólo me quedo con lo más importante de todo esto que he escrito, y que me hace sentir tan afortunada, es que yo estuve ese día, el día de su boda. Y ella fue feliz de tenerme ahí.

Que fue feliz en su celebración y que, espero, sea feliz lo que le queda de vida.

No nos merecemos menos.

¡Feliz vida a todas!

Novias en esta publicación:

- Rocío, se casó el 21/7/2018

- Inma, se casó el 30/6/2018

- Diana (y su chico), se casó el 13/10/2018

Fotografía:

- Jesús Valerio Fotografía

- Fotografía Vidigal

Y alguna mía.

Dedicado a todas las novias que me tuvieron en su día y a las que me tendrán.

Millones de gracias, vuestra felicidad es la mía.